El mundo de la nutrición está en constante evolución, y regido por novedades e investigaciones científicas publicadas que hacen evolucionar la alimentación hacia modelos más saludables y sostenibles.
Además de saber cómo mejorar la salud de una persona mediante cambios nutricionales, cómo reducir el peso de forma saludable o cómo mejorar el rendimiento a diferentes niveles, actualmente existe una tendencia a asumir más responsabilidad en el cuidado de nuestra salud y una mayor conciencia medioambiental y sobre los derechos de los animales, lo que determina una serie de cambios en los hábitos alimentarios que está teniendo lugar ya en la actualidad y que seguiremos viendo en los próximos años.
La pandemia ha hecho mucho para revitalizar la conciencia sobre la salud y el bienestar, y cada vez hay más personas que desean adoptar un enfoque preventivo proactivo y ser más responsables en relación con su propia salud. La forma en que nos sentimos acerca de lo que comemos también se está volviendo mucho más importante: saber de dónde proviene la comida y los nutrientes que proporciona, junto con la experiencia general de comer, significan mucho más ahora.
Por ejemplo, la alimentación consciente, conocida como mindful eating, busca mejorar la forma en la que nos relacionamos con la comida, poniendo gran énfasis en la esfera mental y emocional. Además, esta práctica nos enseña a respetar las señales internas (hambre-saciedad), volviendo más consciente y menos automático el comer actual.
Muy cerca de esta filosofía se sitúa la selección de alimentos saludables como forma de promover un estado de ánimo positivo y el bienestar mental. Humor y alimentación están muy relacionados, de modo que diferentes elecciones de alimentos pueden mejorar o deprimir el estado de ánimo. Numerosos estudios confirman que los alimentos saludables como verduras, frutas y frutos secos contribuyen al buen humor y estimulan la creatividad y las actitudes positivas.
Otra tendencia, dentro de esta actitud más responsable con la nutrición y la salud, es potenciar la información sobre los productos que comemos y su origen, lo que se denomina storytelling. Gracias a obtener información, por ejemplo, sobre la procedencia o los procesos a los que han sido sometidos, podremos elegir aquellos que encajen más con nuestras convicciones o ideas.
También en esta línea encontramos el real food, que promueve la alimentación sencilla, con “alimentos reales”, es decir, evitando los productos procesados y ultraprocesados, que afectan directamente las tasas de obesidad, diabetes tipo II, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. Además, el real food reivindica el consumo alimentos naturales como frutas, verduras, legumbres, pescados y huevos.
Esta renovada voluntad por cuidar la salud no aparta “clásicos” como el veganismo y el vegetarianismo. Eliminar o reducir el consumo de alimentos de origen animal y pasar a una alimentación basada en vegetales (verduras, hortalizas, cereales, frutas y legumbres) es mucho más que una tendencia, y también va de la mano de una alimentación más sostenible.
Reduciendo el consumo de carne no solo favorecemos la propia salud, sino también la “salud del medioambiente”. En este sentido, crece la demanda de productos sustitutivos de la carne o de otros alimentos de origen animal, sin desterrarlos totalmente de la dieta. Hay quienes quieren seguir consumiéndolos, pero optan por alternativas híbridas de carne y verduras donde una porción de carne se sustituye por verduras y alternativas de origen vegetal.
Por último, también ha ganado peso la creencia de que en una dieta sana pueden incluirse alimentos que aporten beneficios a nuestro organismo más allá de su simple valor nutricional. Son los denominados alimentos funcionales. Las frutas, verduras, nueces, semillas y cereales integrales ricos en nutrientes se consideran alimentos funcionales, pero también aquellos que están fortificados con nutrientes como vitaminas, minerales, fitonutrientes, probióticos o fibra. Importantes son también los alimentos fermentados (té kombutcha, kimchi, chucrut, kéfir) por los numerosos beneficios que la fermentación ejerce en nuestra macrobiótica intestinal y en la salud digestiva.
Así pues, los consumidores se están alejando del concepto de una dieta estándar para evolucionar hacia una nutrición personalizada o de precisión, que utiliza el estilo de vida y las creencias personales, así como biomarcadores individuales, para elaborar sugerencias dietéticas saludables que proporcionen el máximo bienestar al individuo.
Bibliografía
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