El embarazo es una situación especial que supone un reto desde el punto de vista nutricional, ya que las necesidades de nutrientes energéticos y no energéticos son más elevadas y un déficit puede afectar la salud materno-fetal. Llevar una dieta equilibrada siempre es importante, pero adquiere mayor relevancia durante el embarazo, ya que, en esta etapa, comer sano influye positivamente tanto en la salud de la madre como en la del feto1,2.
En general, las mujeres embarazadas deben aumentar su ingesta calórica diaria debido a las necesidades de desarrollo del feto y a la intensificación de la actividad de órganos maternos, como el corazón, la circulación y la respiración. También se producen algunos cambios metabólicos que conllevan una mayor utilización de nutrientes debido al aumento de las reservas de energía, proteínas y calcio, y a los cambios que ocurren en el metabolismo de los hidratos de carbono con el fin de proporcionar mayor cantidad de glucosa disponible para el feto. Además, aumenta la demanda en el organismo de la madre de vitaminas y minerales (micronutrientes)1-3.
Los déficits en micronutrientes durante el embarazo pueden dar lugar a complicaciones como anemia y preeclampsia, retraso del crecimiento intrauterino y anomalías congénitas. También se ha demostrado que pueden desencadenar, inhibir o modificar procesos autoinmunes e influir en el riesgo de desarrollar alergias2,4,5.
La vitamina C, también conocida como ácido L-ascórbico, es una vitamina soluble en agua necesaria para que el organismo esté sano. Sin embargo, el cuerpo humano no tiene capacidad de almacenamiento de la vitamina C, por lo que debemos suministrarla diariamente a través de la dieta para prevenir una hipovitaminosis6.
Durante el embarazo, la vitamina C es vital tanto para la mujer gestante como para el feto. La cantidad diaria de vitamina C recomendada para las mujeres embarazadas es de 80 a 85 mg. Las madres en periodo de lactancia necesitan entre 115 a 120 mg por día.
Algunas de las funciones de la Vitamina C son2,3,6:
La vitamina C se encuentra fundamentalmente en frutas, verduras y hortalizas, preferiblemente frescas y crudas, ya que se degrada rápidamente con las altas temperaturas.
Algunas de las verduras y hortalizas más ricas en vitamina C son el pimiento rojo, el tomate, el brócoli y las espinacas. Entre las frutas, destaca especialmente el kiwi (100 g de kiwi Zespri™ SunGold contienen 161,3 mg de vitamina C y 100 g de kiwi Zespri™ Green contienen 85,1 mg. También tienen un alto contenido en vitamina C las fresas y los cítricos, como la naranja o la mandarina.
Referencias:
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