Una buena salud digestiva permite que nuestro organismo descomponga adecuadamente los alimentos y absorba los nutrientes necesarios para realizar adecuadamente todas sus funciones. Las personas con una digestión saludable tienen menos probabilidades de experimentar problemas como estreñimiento, acidez estomacal, distensión abdominal, indigestión o enfermedades digestivas más graves1.
Los alimentos que incluimos en nuestra dieta pueden determinar la salud digestiva en función de sus componentes. Una enzima con una gran influencia en la salud digestiva es la actinidina, una proteasa que descompone las proteínas y facilita la digestión gástrica2,3.
La digestión de las proteínas dietéticas empieza en el estómago y continúa en el intestino delgado, donde los productos resultantes son absorbidos y pasan al torrente sanguíneo. Sin embargo, algunas proteínas dietéticas se digieren más fácilmente que otras, y la presencia de una cantidad significativa de proteínas dietéticas mal digeridas en el estómago puede reducir su tasa de vaciado, causando sensación de saciedad3.
La actinidina tiene la capacidad de descomponer una amplia gama de proteínas alimenticias de manera más completa y rápida de lo que pueden hacerlo nuestras enzimas digestivas naturales por sí mismas2,3, lo que reduce la sensación de pesadez asociada a los alimentos ricos en proteínas, mejora la absorción de este nutriente y favorece el confort digestivo. Estos beneficios implican que la actinidina mejora la digestión proteica y puede considerarse una herramienta terapéutica en aquellas personas con retraso del vaciamiento gástrico, digestión gástrica alterada o síntomas de trastornos gastrointestinales funcionales3.
La actinidina es una enzima exclusiva del kiwi, y se encuentra especialmente en el kiwi verde (Zespri™ Green)2, por lo que el consumo regular de esta fruta es importante para mejorar de forma natural nuestra salud digestiva.
Además, el consumo de kiwi puede tener un efecto prebiótico al modificar positivamente la microbiota intestinal, promoviendo, mientras se consume, el crecimiento de Lactobacillus y especies de bifidobacterias, probióticos beneficiosos para nuestro organismo4. La microbiota intestinal es dinámica y puede sufrir modificaciones a lo largo de la vida debido a numerosos factores, tanto externos como internos5. Está bien demostrado que la microbiota intestinal participa en múltiples interacciones que afectan la salud del huésped y su alteración se ha asociado con numerosos trastornos, por lo que restaurar y mantener su equilibrio es fundamental no solo para la salud digestiva, sino para la salud y el bienestar general6.
La dieta, a largo plazo, es el principal determinante de la composición de la microbiota intestinal, por lo que los patrones habituales de alimentación pueden modular la microbiota intestinal y restaurar su equilibrio cuando se haya alterado por algún factor determinado7. En este sentido, el kiwi es un alimento valioso que, incorporado a la dieta, puede proporcionar grandes beneficios a nuestra salud digestiva.
Bibliografía
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