La Medicina Culinaria combina el conocimiento de los beneficios que aportan los alimentos a la salud con su preparación y cocinado, ayudando a los pacientes a mejorarla.
Próximamente Zespri lanzará el “Primer curso sobre Medicina Culinaria dirigido a profesionales de la salud” cuyo objetivo es el de adquirir conocimientos basados en la evidencia científica sobre una alimentación equilibrada, conceptos básicos de cocina y cómo transmitirlos en consulta de manera sencilla, inteligible y efectiva.
El curso, que cuenta con el patrocinio de Zespri, está cocreado junto con la Fundación Alícia y su contenido está en proceso de validación por parte de SEMERGEN.
Una vertiente fundamental en salud es promover hábitos saludables en relación con la alimentación, previniendo y tratando factores de riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles. Las habilidades transmitidas desde la Medicina Culinaria permiten, en consulta y con sencillos consejos, modificar hábitos relacionados con la prevención primaria y secundaria de las enfermedades cardiovasculares con alta prevalencia en la población.
También permiten mejorar la elección en la cesta de la compra, al preparar o cocinar los alimentos, o a la hora de modificar hábitos de alimentación. Registrar la ingesta permite conocer el patrón alimentario del paciente y la motivación que tiene para el cambio. El más empleado en consulta es el recordatorio de 24 horas por su rapidez y sencillez de aplicación, que se puede combinar con el test de Adherencia a la Dieta Mediterránea.
Conocer las raciones recomendadas en la Dieta Mediterránea supone cuantificarlas con medidas reconocibles (palma de la mano, puñado, vaso, cuchara o plato). Esto permite adaptar la cantidad a las necesidades individuales y con la imagen reconocer si debe ser un consumo diario, semanal, ocasional u opcional.
Así, una ración en cada tipo de alimento es: una pieza de fruta, 200 gramos de verduras que caben en dos palmas de las manos, un vaso de leche, un yogur de 125 gramos, 40 gramos de queso fresco, 125-150 gramos de carne o pescado, 80 gramos de legumbres, 40-60 gramos de pan, unos 60-80 gramos de cereales preferiblemente integrales (arroz o pasta), 30 gramos de frutos secos (nueces, avellanas o almendras).
También nos recuerda la importancia del aceite de oliva virgen como principal aceite de uso culinario en cocina y el uso opcional, moderado y responsable en adultos de las bebidas fermentadas como el vino o la cerveza, en el contexto de un patrón de vida saludable.
En la Medicina Culinaria es importante conocer las propiedades de las técnicas de cocción y cómo potenciar las propiedades nutricionales beneficiosas de los alimentos mediante su preparación. Saber por qué los alimentos deben trocearse homogéneamente o qué técnicas de cocinado son las más recomendables (cocción, al vapor, horno, plancha) y las que deben realizarse ocasionalmente (fritos y brasas). Todo ello permite orientar al paciente a un estilo de vida más saludable.
En cuanto a la compra más recomendable desde el punto de vista de la salud, en este curso se aborda cómo planificar las comidas, cómo elaborar una lista de la compra y cómo actuar en la propia tienda, de cara a aumentar el consumo de productos frescos, evitando los procesados y los de baja calidad nutricional.
Con todo el contenido de este curso esperamos cumplir vuestras expectativas sobre cómo dar consejos cada vez más efectivos en consulta, personalizando a cada paciente, para conseguir que la elección y preparación de la dieta sea acorde con los gustos de cada uno, pero “saludablemente beneficiosa”.
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