¿Cuántos pacientes nos preguntan por cuestiones relacionadas con la dieta en las consultas de digestivo? Seguro que habrás apreciado que en los últimos años el número de consultas y preguntas sobre los efectos de la dieta en la salud digestiva ha ido en aumento progresivamente. Posiblemente este incremento se deba a la creciente concienciación de la sociedad sobre la importancia de llevar unos hábitos de vida saludables. Por otro lado, en los últimos años ha aparecido un actor inesperado en el campo de la medicina: la microbiota intestinal. Durante años prácticamente ignorada, la posibilidad de realizar test de secuenciación de ARN ha aumentado nuestro conocimiento y posibilidad de estudio de la microbiota intestinal. Fruto de estos avances, hoy sabemos que la microbiota juega un papel relevante no solo en la función digestiva, sino también en el bienestar general del individuo. Así, se ha comprobado que existen alteraciones en la composición de la microbiota en enfermedades funcionales digestivas, como el síndrome del intestino irritable, en el hígado graso, y en enfermedades extradigestivas como el síndrome metabólico, la obesidad, trastornos mentales y procesos neoplásicos, entre otros1.
¿Podemos ayudar a restablecer una flora intestinal equilibrada mediante la dieta? En general, muchos pacientes, bien de motu propio o por recomendación de algún profesional sanitario, optan por consumir directamente probióticos. Los probióticos son bacterias, mayoritariamente del género Lactobacilus o Bifidobacterias, que tienen documentados efectos beneficiosos sobre el organismo. Estas bacterias se suelen consumir en forma de preparados comerciales como suplementos alimenticios, y en algunos productos, como por ejemplo las leches fermentadas, pueden ingerirse de forma natural2.
La otra vía para favorecer el restablecimiento de una flora bacteriana normal es el consumo de prebióticos. Los prebióticos son sustratos que se encuentran en los alimentos que son fuente de energía de los probióticos. Podríamos decir que son el alimento de los probióticos, por lo que su consumo favorecerá el crecimiento de la población de estas bacterias beneficiosas en el intestino3. La mayor parte de prebióticos son polisacáridos complejos y fibras que se encuentran en los alimentos vegetales y las frutas. Las fibras pueden dividirse en dos tipos de fibras, las fibras solubles y las fibras insolubles. Estas últimas van a entrar en el colon sin ser modificadas, por lo que van a ser consumidas por las bacterias colónicas. Como consecuencia se producirá fermentación bacteriana, con la producción de ácidos grasos de cadena corta (ácido butírico, ac. Acético…) y gases (hidrógeno, metano…)4. Estos efectos que son beneficiosos para el individuo, pueden verse limitados, especialmente en pacientes con trastornos funcionales como el síndrome del intestino irritable, por una mala tolerancia a la fermentación. Hemos de considerar que estos pacientes sufren con frecuencia una hipersensibilidad visceral, es decir que tienen disminuida la tolerancia a incrementos en el contenido intestinal5. De hecho, últimamente se han aconsejado dietas bajas en productos fermentables (“low FODMAP diet” en inglés) para el manejo de síntomas como la hinchazón o el dolor abdominal en pacientes con síndrome del intestino irritable. Sin embargo, ya se han publicado estudios que advierten de que a largo plazo estas dietas exentas de prebióticos pueden tener efectos perjudiciales ya que producen una alteración indeseable de la flora intestinal, e incluso se ha propuesto el consumo simultaneo de probióticos en estos pacientes6. Por ello, es importante intentar aconsejar el consumo de alimentos que tengan un buen equilibrio entre el efecto prebiótico y la tolerancia intestinal. Un ejemplo sería el kiwi. Estas frutas tienen un alto contenido prebiótico en forma de fibras y polifenoles, pero no producen, en las cantidades aconsejadas, un incremento en la producción de gases intestinales. Así, en un estudio recientemente publicado hemos comprobado que el consumo de 2 frutas de kiwi al día incrementa el tránsito intestinal sin incrementar la producción de gas ni los síntomas abdominales como la hinchazón o el dolor abdominal7.
En conclusión, ante la pregunta sobre dieta y microbiota que nos hacen muchos pacientes, nuestro consejo debería ser el de tener una dieta variada, en la que las frutas y los vegetales tengan un papel relevante como precursoras de una microbiota equilibrada. En el caso de pacientes que refieran síntomas digestivos como la hinchazón o el dolor abdominal, se debería de priorizar el consumo de frutas y vegetales que mantengan el efecto prebiótico pero con un contenido menor en sustratos fermentables (bajos en FODMAP), para no producir efectos negativos sobre la flora intestinal a la larga. Por último, mi consejo siempre es que la consulta a un dietista o nutricionista con conocimientos sobre patología funcional digestiva puede ser un paso decisivo para el manejo de pacientes complejos, especialmente aquellos que muestren una tendencia a adoptar dietas de exclusión estrictas que pueden resultar altamente perjudiciales.
Referencias:
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